REPORTAJE
Marea naranja en A Mariña
Uno de cada diez habitantes de la villa lucense de Burela es abonado de su equipo de fútbol sala, que acaricia el ascenso a División de Honor
JUAN L. CUDEIRO - Burela - 11/05/2009
Un tsunami naranja invade Burela, villa marinera volcada con un equipo de fútbol sala que está a punto de completar uno de los ciclos más meritorios del deporte gallego. En A Mariña Luguesa, alejados de los foros más influyentes en lo social y lo deportivo, un grupo de entusiastas ha concebido un modelo de estructura profesionalizada.
Hay jugadores llegados de media España, brasileños y portugueses
"Aquí el fútbol sala siempre ha sido una filosofía de vida"
En una disciplina en la que empiezan a aflorar impagos y entidades que vivían por encima de sus posibilidades, el Burela Fútbol Sala Pescados Rubén gasta fama de solvente, pero sobre todo de proyecto implicado con su entorno, una localidad que no llega a los 10.000 habitantes y en la que, cada quince días, más de un millar acude al pabellón de Vista Alegre.
El 10% de la población paga un abono para apoyar a su equipo desde la grada. Estas semanas el pueblo está en efervescencia. Se habla del Barça, del Madrid o del Dépor, pero sobre todo del Burela. Restan tres jornadas para que acabe la liguilla de promoción a División de Honor y el equipo tiene el ascenso en la mano. Si lo consigue, todos los grandes del fútbol sala español, que es sinónimo de mundial, pasarán por A Mariña a partir del próximo otoño.
"En Burela el fútbol sala es una filosofía de vida", anticipa Tontxo Trelles, presidente de la Peña Palestina. Tres agrupaciones siguen al equipo, viajan con él. Hace unas semanas más de 250 aficionados viajaron con el equipo a Zamora y la Peña Pataca Naranxa prepara un desplazamiento masivo a Córdoba, dentro de dos semanas. "El Burela es un sentimiento", zanja Juan Izquierdo, su responsable, que recuerda como años atrás la población vivió también con cierta expectación las peripecias de su equipo de fútbol, que fue puntero en Tercera División y llegó a jugar una fase de ascenso a Segunda B. Ahora languidece en Primera Regional.
"El fútbol aquí no puede competir con el fútbol sala. Tendría que venir Florentino para conseguirlo", reflexiona Juanma Marrube, capitán del equipo, natural de Alfoz y que, a punto de cumplir los 30 años, ha vuelto a casa tras hacer carrera en Barcelona, Cartagena, Melilla, Ourense y en el Azkar de Lugo.
Juanma dejó el campo grande con 16 años porque entendió que era más sencillo ganarse la vida bajo techo. Porque en el Burela todos los jugadores son profesionales. El club se mueve con un presupuesto que supera el medio millón de euros, similar al de un equipo de mitad de la tabla de Segunda B y en su plantilla tienen cabida brasileños, portugueses y jugadores llegados de media España.
Juan Antonio Miguel García, el técnico, llegó el verano pasado desde Barcelona. "Cuando vine a Burela como visitante supe que era donde quería trabajar porque aquí se vive este deporte como en ningún sitio", asegura. Dicen los peñistas que es una cuestión de cercanía, pero también de gestión. Y desde la gerencia devuelven las flores. "La clave para sostener este proyecto es la afición", cree Juan Carlos Modia, que desgrana el afán que tienen por implicarse en un entorno donde no abunda la oferta de ocio.
"Tenemos unas escuelas deportivas con más de 200 niños, un patrocinador principal y diez menores, que se implican y nos apoyan. Además, el equipo femenino está también cerca del ascenso a División de Honor".
El pabellón de Vista Alegre está copado de publicidad y el club es modélico en cuanto a estructura con un departamento de márketing y comunicación que haría palidecer al de algún equipo de fútbol de Primera División. En lo deportivo está en una bendita encrucijada. En 1999 ya se había celebrado un ascenso a División de Honor, pero el equipo se tuvo que ir a jugar primero a Lugo y después a Viveiro porque Vista Alegre no reunía las condiciones precisas para recibir a la élite.
Descendió y ya no volvió a Burela, se quedó en la villa vecina bajo el nombre de Porto de Celeiro. La Liga Nacional de Fútbol Sala exige un aforo mínimo de 2.000 espectadores y en Vista Alegre entrarían bien apretados unos 1.600, pero el gerente Juan Carlos Modia lo tiene claro: "Si subimos no nos movemos de aquí, que nos echen de la Liga si quieren".
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